“Me pregunto si es estupidez o maldad humana generar semejante institución, el manicomio es destructivo, es una picadora de almas”, nos dice Alfredo mientras comparte con nosotros sus reflexiones acerca de éste y otros temas y su certeza de que con una correcta resocialización y reconexión con la realidad estos “condenados a la nada” pueden volver a tener un proyecto de vida.
Moffatt está tan loco como para trabajar –como él mismo define- con la gente desesperada: “Hace cuarenta años yo era un psicólogo absurdo, porque me había especializado en locura y pobreza, y ahora que el país se volvió loco y pobre se me vino encima, pero no me aplastó, sigo peleando, y me siento más útil que antes”.
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