Sergio Delgado tiene las Islas Malvinas tatuadas en la espalda.
Pero su mirada sobre la guerra no es la habitual en los ex combatientes. Sergio ríe una carcajada contagiosa mientras cuenta su torpeza para robar alimentos, o para comunicarse en un inglés tarzanesco cuando era prisionero y, a la vez, el enemigo le salvaba la vida y lo trataba mejor que sus superiores. No reivindica la guerra: "fue un momento de mierda en nuestras vidas", dice diferenciándose más aún de aquellos que encuentran en la reivindicación una explicación al absurdo de morir, no por la patria, sino por capricho.
En nuestros audios tenés una charla imperdible, lejos del recuerdo solemne de cada 2 de abril.
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