Jorge Antonio Goroztito intentó evitar, junto a un amigo, que tres hombres golpearan salvajemente a otro. Su amigo recibió un culatazo que disolvió el tumulto. Al rato, de la mano de su hija de cinco años, el Negro Goroztito salió a comprar una gaseosa. Lo mataron con un disparo en la cabeza. Murió camino al hospital.
Este asesinato no es menos violento, terrible y repudiable que el del ingeniero de San Isidro o que el del directivo de Macabi. Aun así, a quince días de ocurrido, casi nadie se ha ocupado de la brutal muerte del Negro.
Quizá tenga que ver con que era cartonero y vivía en el Barrio Libre amanecer de Villa Fiorito. Quitemos el quizá.
En el audio habla su suegra, Edith Zárate, quién además de narrar los hechos, también se refirió a la desidia policial.
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