lunes, 6 de junio de 2011

Raymundo Gleyzer y el cine de resistencia, por Hugo Alvarez

Hugo Alvarez participó en algunas producciones emblemáticas del cine de resistencia: Los traidores, de Raymundo Gleyzer; El familiar, de Octavio Getino; Los hijos de Fierro, de Pino Solanas y Operación masacre, filmada por Jorge Cedrón sobre el libro de Rodolfo Walsh.
A propósito del aniversario del secuestro de Gleyzer, y acercándonos a la sentencia del juicio por las violaciones a los derechos humanos en el ex CCDyT Vesubio, donde el cineasta estuvo detenido, este actor y director de teatro que trabajó con él, lo retrata.


Alvarez destaca la solidaridad más allá de las diferencias ideológicas, la convicción de que el enemigo estaba en otro lado: "Cedrón, que era peronista, me dijo ´tenemos que darle la mano a un perro´ yo no sabia lo que era un perro, nos encontramos con ese perro en un bar, y resultó ser Raymundo Gleyzer, que estaba buscando actores para Los Traidores".
Hugo comparte generosamente sus anécdotas de esos años, que reflejan lo difícil que era filmar en la clandestinidad: "hubo que rehacer escenas, ya que cuando algunos actores se enteraban de qué se trataba la película desertaban, porque se les daba la hijuela, no el libreto completo".
Enumera los obstáculos, las dificultades, las largas jornadas de filmación y la obligación de actuar de dos maneras: en la ficción y para la gente que estaba en el lugar, para evitar ponerse en peligro: "en Operación Masacre, había un camión de asalto de la policía, alquilamos el camión de un hielero, lo pintábamos de azul y le pegábamos una calcomanía en la puerta, en cuanto se hacía de día lo despintábamos, para que ningún vecino lo viera. A veces los muchachos, vestidos de policías, tenían que desvestirse y meter la ropa dentro de un pozo".
Los relatos aparecen uno tras otro: la filmación de Los Velazquez, la película de Pablo Szir que nunca se estrenó, que cuenta la historia de Isidro Velazquez y Vicente Gauna, a quienes la memoria popular recuerda como una especie de Robin Hood: "sé que Pablo cayó y de la película nunca más se supo".
Nos contagia el entusiasmo cuando rememora algunos momentos: "una vez en la isla Maciel estábamos proyectando Operación con una tela que cruzaba las vías, cuando venía el tren teníamos que desarmar y volver a armar".
Sobre el final de nuestra charla, nombra a muchos compañeros desaparecidos o muertos en el exilio: Gleyzer, Troxler (el protagonista de la historia real de Operación Masacre, que actuó en la película y en Los hijos de Fierro), Cedrón, Armandito (el asistente de Operación Masacre); y podría seguir, seguramente.
El se pudo exiliar en Suecia, donde estuvo veinte años.
Desde 1997, vive en Buenos Aires, haciendo cine y teatro, y escribiendo. Hoy dirige La importancia de llamarse Ernesto, en su sala Corrientes Azul, en Corrientes al 5965.

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