la retaguardia: Lo que "está en el aire" acerca del crimen de las francesas en Salta

jueves, 1 de septiembre de 2011

Lo que "está en el aire" acerca del crimen de las francesas en Salta

Juan Ahuerma Salazar es escritor. Lo primero que aclaró en nuestra charla es que no es periodista ni investiga el caso, que sólo intenta traducir "lo que está en el aire" en Salta: que hay muchas cosas que no cierran en la versión oficial del crimen de Cassandre Bouvier y Houria Moumni, que nadie cree que sean los acusados los verdaderos autores del crimen, que en la localidad de San Lorenzo sólo fueron indagados los pobladores pobres y no los ricos, que en quince días los cadáveres deberían haber corrido otra suerte. Estas dudas se suman a otras sobre las muestras y varios puntos oscuros más. Estas ideas están reflejadas en las notas que Juan Ahuerma Salazar escribió en Salta 21, tituladas Arqueología de un crimen I y II: Las francesas investigaban desviación de fondos para aborígenes del Norte argentino y Perejiles cazando pajaritos. De freezers, caranchos, de cerdos y de duendes

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"Las vanguardias sienten el deber de dirigir algo o a alguien. Las vanguardias se proponen conducir y trabajan para ello.
Algunas hasta están dispuestas a pagar los costos de los errores y desviaciones de su quehacer político.
Nosotros sentimos que nuestro deber es iniciar, seguir, acompañar, encontrar y abrir espacios para algo y para alguien, nosotros incluidos.
Un recorrido, así sea meramente enunciativo, de las distintas resistencias en una nación o en el planeta
no es sólo un inventario, ahí se adivinan, más que presentes, futuros”.
Subcomandante Marcos

Elegimos algunos segmentos de radio para contar mejor qué somos.

Algunas de estas palabras que se dijeron en el programa, han hecho que LA RETAGUARDIA se asemeje fehacientemente a aquello que pensamos; pero, a la vez, nos invitan a soñar más, lejos, juntos.

“Nosotros no somos usurpadores de tierras, defendemos lo que es nuestro. Al contrario: ellos vienen a usurpar. Yo, que tengo 40 años, mi papá con sus 70, mis abuelos y mis tatarabuelos vivimos siempre ahí. Es nuestra tierra de toda la vida y ellos quieren usurparla. Vienen con papeles a reclamarnos y nosotros sabemos que un papel se compra fácilmente; en cambio, para dejar las huellas que hemos marcado en nuestros terrenos se necesitan muchos años”. (Alicia y Omar , integrantes del MOCASE Movimiento de campesinos de Santiago del Estero)

“Los trabajadores no estuvimos dispuestos a perder nuestras fuentes de trabajo y por eso decidimos dar la pelea nosotros mismos. Lo nuestro se puede sintetizar en tres conceptos: ocupar, resistir y producir. Ocupar, porque si no, nos quedamos sin trabajo; resistir en nuestros lugares hasta encontrar los mecanismos que nos permitan, por ejemplo, procurarnos un salario; producir, porque si no producimos no hay destino de país posible”. (Pablo, trabajador de IMPA, empresa recuperada por sus trabajadores)

“Para nosotros los planes fueron una necesidad. Obedecieron a la urgencia económica de extrema miseria. No como un fin en sí mismo, sino pensando en salirnos algún día; pero también hay que dar paso a la posibilidad de superación. Nosotros decimos que para luchar hay que comer, hay que estar vivo y sano”. “Hace mucho que venimos pensando en nuestros talleres que tener trabajo no significa estar bien. Mucha gente cuando tuvo trabajo experimentaba que pasaba cuatro horas arriba del micro y volvía a las diez de la noche para, al otro día, volver a la misma… no tenían relación con su familia… todo para una economía de supervivencia. Hoy dicen: ´por más que consiguiera un trabajo en una fábrica no sé si volvería, porque he descubierto la relación con mi familia, un grupo, mi barrio y una forma de vivir que es distinta”. (Alberto Spagnuolo, integrante del MTD de Solano)

“Hay que comprender que acá todo es novedad, es algo totalmente atípico para el obrero argentino. Hay muchas cosas que hay que ir comprendiendo, analizando y, además, poniéndolas en práctica; es todo un aprendizaje: pasamos de ser asalariados cuyas únicas preocupaciones eran cumplir con las doscientas horas mensuales - sin importarnos de dónde el patrón sacaba la plata- e ir a cobrar la quincena; ahora es todo un desafío porque la plata la tenemos que ganar nosotros”. (Juan Carlos, obrero de Cooperativa La Matanza, recuperada por sus trabajadores)

"Vamos a poder vivir más alegremente si empezamos a producir. Nosotros queremos que nuestros hijos puedan comer y que no tengan que ir al comedor del barrio sino que coman en nuestras casas con nosotros y con los alimentos pagos con nuestra plata. Es muy diferente" (Carla, MTD Resistir y Vencer)

“Nuestra posición, la del Movimiento Alejandro Olmos, es no plantear la consigna ´no pago de la deuda´. Nosotros decimos que es falaz preguntar si la deuda debe pagarse o no, porque con esa pregunta estamos admitiendo que existe una deuda. Nosotros decimos que no puede existir una deuda ilícita. Si es ilícita y es fraudulenta, es ilegítima, por lo tanto no es deuda. No tiene el carácter, no tiene los méritos para que sea calificada de esa forma. Es simplemente una exacción contra nuestro pueblo, contra nuestro país, llevada a cabo por una dictadura militar y es un delito a lo largo de sucesivas administraciones que han ido pagando y pagando y pagando, reconociendo de hecho algo que es inaudito. No decimos ´no pagar la deuda´ porque implicaría reconocerle un carácter que no tiene. Tampoco decimos que haya que calificarla de odiosa, porque el problema no es el adjetivo, sino el sustantivo. Decimos que no es deuda, es una exacción; es decir: un cobro indebido y violento". (Jorge Rossen, coordinador del Movimiento Alejandro Olmos)

”La cuestión de los planes sociales es una política que se dio el gobierno para dominarnos. Los planes legitimizan a los punteros y en una palabra le sacan presión a lo que estaba pasando. Les dan una dádiva y para un trabajador eso es lo más denigrante que hay. Nos han excluído del campo laboral porque esa era la política. Un desocupado tiene cuatro caminos: resignarse, suicidarse, robar u organizarse y luchar y nosotros buscamos el cuarto camino para tener una vida digna, un trabajo digno, autogestionándonos, buscamos dónde estaba el problema y vimos que era cultural. Durante cincuenta años se implementó el asistencialismo como una forma de dominación. Y nosotros queremos ser libres. Si nos equivocamos, nos equivocamos nosotros y no la dirigencia traidora que hemos tenido en lo político, lo religioso y lo sindical”. (Roberto, MTD Matanza)

“Gran parte de la población que hoy se considera de izquierda no se siente representada por los partidos. Los aparatos políticos están fosilizados, atados a sus viejas lógicas y no responden a la sensibilidad de la gente que quiere pensar la realidad desde una perspectiva de izquierda. Estos sectores de la sociedad comenzaron a organizarse autónomamente, a estudiar por su cuenta, y se han separado críticamente de los partidos. Es mucho más interesante, en este momento, seguir el proceso de la izquierda social, cultural e intelectual, mucho más allá de los aparatos. Zamora ha captado este agotamiento de las viejas estructuras, pero se está moviendo con la misma lógica de la vieja izquierda. Se parece bastante a las viejas fórmulas de la izquierda, que está pensando más en cómo diferenciarse entre sí que en confrontar con la derecha. “La izquierda argentina no ha registrado ningún cambio en la realidad. Hace falta una izquierda que sepa, por ejemplo, discriminar entre las distintas corrientes burguesas, no para casarse con alguna de ellas, sino para procurarse una acción política concreta. La izquierda está acostumbrada a pensar que cuanto peor mejor, pero esa es una política lamentable. Cuando peor estamos, son los sectores más humildes, más explotados, los que pagan las consecuencias; en cambio, si al gobierno, dentro de los parámetros de un régimen burgués, le va bien, sería interesante pensar desde la izquierda un proyecto que resuelva los problemas que el capitalismo argentino nunca ha podido resolver. No tenemos una izquierda preocupada en pensar una alternativa seria”. (Horacio Tarcus, director del Cedinci)