Esta mujer de casi ochenta años que todavía se sorprende por el horror, dice que las madres pusieron el cuerpo y escondieron el corazón, porque el dolor era insoportable: "en la plaza cada una sabia que el dolor de la otra era igual".
La madre de Plaza de Mayo (de la línea fundadora), confiesa que muchas veces pensó en suicidarse porque no soportaba la idea de no volver a ver a su hija Patricia Rosana, a pesar del amor de sus dos nietos, que al momento de la desaparición de su hija y el asesinato de su yerno, tenían 46 días la menor y 2 años y 4 meses el mayor.
Nair se apura y se le superponen las palabras detallando todos los lugares a los que recurrió buscando a su hija, los hábeas corpus que presentó y las respuestas que fueron recibiendo: "todas las cosas importantes que había que hacer yo las hice. En la Liga Argentina por los Derechos del Hombre me enteré de que era mucha la gente secuestrada, además de los asesinatos de los que ya estábamos al tanto. Con mi marido empezamos a recorrer guarniciones militares, seccionales de policía, lugares donde pudiera estar mi hija. La respuesta era hacernos esperar mucho tiempo, burlarse de nosotros y decirnos que ellos no tenían nada que ver".
Cuando le preguntamos por qué creía que nunca había habido un acto de venganza por parte de los familiares dice, contundente: "nosotros jamás nos pareceremos a ellos".
Nos cuenta una historia que tuvo cuidadosamente guardada durante muchos años: "yo no se lo conté ni a mi madre en ese momento, porque era muy riesgoso. Alguien me llamó por telefono y me dijo que mi hija estaba con 16 personas en un sótano de Martínez". Este hombre, de quién años después se enteró de que era policía, le acercó también una lista con todos los que se encontraban secuestrados en ese lugar, el pedido de avisar a sus familiares que estaban con vida, y la esperanza de ser rescatados: "que nadie venga aquí si no es acompañado por un juez, un abogado, un cura y un periodista extranjero". Nair se comunicó con cada uno de los familiares de la lista. Ninguna de esas 16 personas fue liberada.
Dice que este hombre, al que ella llamaba Pedro, le contó cosas del cautiverio de su hija y le dijo que iba a ser llevada a Mercedes para su recuperación.
Por esas cosas de la radio, la despedimos y continuamos con el programa, sin saber que estaba escuchándonos mientras leíamos la carta que Patricia le envió, escrita con un fósforo sobre un envoltorio de cigarrillos, en la que se despide diciendo: "me dijiste que tenga fe, tengo más fe que nunca. Cuidame a los chicos, te quiero mucho mamá".
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