domingo, 9 de octubre de 2011

1986-2011, cómo es participar de todos los Encuentros Nacionales de Mujeres

Graciela Tejero Coni participa de los Encuentros Nacionales de Mujeres desde hace 26 años, desde el primero, allá por el año 1986. Recuerda áquel como una batalla, porque “fue una gran batalla organizarlo”, y porque fue un triunfo tener la respuesta de 1200 mujeres de todo el país y algunas latinoamericanas que participaron de aquél encuentro que se realizó en el Teatro San Martín en la ciudad de Buenos Aires.
“Era un momento importante de unidad de todo el movimiento de mujeres que reconquistábamos la democracia, aunque para algunos de carácter formal. Salíamos de la lucha antidictatorial, y nos daba también el triunfo a las mujeres como parte del pueblo. Ese primer encuentro tenía ese marco reivindicatorio, no sólo desde las conquistas de las mujeres exclusivamente, sino desde un contexto de unidad mucho mayor. Marcó una época”.
Pensando en la proyección de los Encuentros Nacionales de Mujeres, Graciela nos dice: “no supusimos que iba a tener el desarrollo, ni a envergadura, ni la continuidad que han tenido”.
Las mujeres participamos de los encuentros desde nuestra propia experiencia, desde cómo vivimos el ser mujer, desde lo que nos pasa a cada una, que muchas veces es un punto de encuentro con las otras. Nuestra entrevistada hace un relato de cómo lo vive ella: “cada año he redoblado el compromiso de volver al año próximo. Cada vez he aprendido cosas nuevas, de la experiencia de las otras. Aprendí a conocer a las mujeres de mi país. Estar con una hojalatera del tomate de Santiago del Estero, con una compañera de la industria del pescado del Mar del Plata, o con una abuela mapuche de Neuquén. Mujeres que tienen puntos en común pero que tienen mucho que aprender unas de otras”.
Graciela es militante desde los 14 años, desde esa experiencia subraya la importancia de los encuentros: “vinieron a darle forma a luchas que cada una de nosotras veníamos dando dentro de nuestras organizaciones o con nuestras parejas. El saber que esa lucha podía estar organizada y tener un carácter colectivo la enriqueció”. También señala: “los encuentros servirán en la medida en que den respuestas a las necesidades de las mujeres””.
Nadie que ha pasado por un encuentro vuelve igual. “El hecho de dejar su casa, no tener que pensar que cocinar, planchar el guardapolvo de los hijos para la escuela, llevar a los chicos al colegio, ese sólo corte de la vida doméstica tiene mucho valor para las mujeres”. A los que dicen que los encuentros tienen más un carácter turístico que militante, Graciela les responde: “eso es justamente algo que reivindico, que las mujeres tienen derecho a conocer, a vivir con libertad, a compartir con las otras. Eso tiene el valor de lo que en el movimiento feminista llamamos la hermandad y que nos hace crecer como personas”.



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