José Baravalle era militante de Montoneros. Fue secuestrado durante la dictadura y sufrió las torturas y vejaciones habituales en los centros clandestinos de detención. En ese contexto tenebroso colaboró con sus verdugos y quedó estigmatizado como traidor. La justicia lo perseguía como si fuera un represor, no una víctima. La semana pasada, cuando Interpol lo tenía cercado en Roma, decidió quitarse la vida. Dejó una carta en la que remarca el dolor por haber pasado de víctima a verdugo.
Tras el trágico desenlace, charlamos con Ana Longoni, autora del libro Traiciones, una especialista en meter el dedo en la llaga purulenta del estigma sobre los sobrevivientes, que son y serán siempre víctimas, no victimarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario